Llega a España Qalsody, la primera terapia dirigida para pacientes con ELA con una mutación en el gen SOD1
El pasado 20 de septiembre, en Madrid, se celebró un acto de presentación oficial de QALSODY®, el tratamiento recientemente autorizado para una forma genética de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) asociada a mutación del gen SOD1. Durante el evento, Biogen destacó el avance que representa esta terapia dirigida y el compromiso con pacientes, investigación y el sistema sanitario. En este evento los investigadores principales del NeuroHubLab, Dra. Povedano y Dr. Andrés Benito, participaron activamente en el “Debate sobre la práctica clínica y el manejo”.

Biogen anuncia la disponibilidad en España de Qalsody (tofersen) tras recibir financiación por parte del Ministerio de Sanidad el pasado mes de mayo. Se trata de la primera terapia autorizada en la Unión Europea para la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) desde 1996 y la primera terapia dirigida para una forma genética de ELA. En concreto, este medicamento está indicado para aquellos pacientes con ELA con una mutación en el gen SOD1, que supone la segunda causa más frecuente de ELA genética, representando un 2% de los casos.
En la ELA-SOD1, los pacientes presentan una mutación en el gen SOD1, que se encarga de codificar la enzima superóxido dismutasa 1, relacionada con la eliminación de radicales libres de oxígeno. Esta mutación conduce la producción de una forma tóxica de la proteína SOD1 que se acumula en las motoneuronas y genera su destrucción, desencadenando la enfermedad. Gracias a su mecanismo de acción, este nuevo tratamiento logra unirse a la secuencia de ARN mensajero, haciendo que la proteína SOD1 se produzca en menor cantidad y de forma funcional, es decir no tóxica.
Mónica Povedano, jefa de la Unidad Funcional de Enfermedad de Motoneurona del Servicio de Neurología del Hospital Universitari Bellvitge de Barcelona, ha indicado que «en los próximos años habrá cada vez más casos de ELA». A continuación, ha explicado que «se trata de una enfermedad neurodegenerativa en la que las neuronas motoras pierden su capacidad de cumplir su función, lo que conlleva un acortamiento del pronóstico vital». En relación con su causa, ha especificado que «sigue siendo desconocida y, por ahora, no es posible sustituir una neurona para que cumpla su función».
En cuanto a los genes, ha subrayado que se han identificado muchos relacionados con la ELA. En particular, el primero en descubrirse fue el SOD1, en 1993. «La herencia genética de nuestros ancestros desempeña un papel fundamental a la hora de entender las alteraciones que portamos», ha señalado.
Cada paciente presenta la enfermedad de manera diferente: se trata de la misma alteración, pero con manifestaciones muy diversas. Además, existen pacientes con alteraciones genéticas y otros que no las tienen. Por todo ello, Povedano considera que «el gran reto de los investigadores es lograr detectar la fase preclínica de la enfermedad con el fin de intentar modificar su evolución».
La seguridad y eficacia de este nuevo tratamiento se han demostrado en el estudio VALOR, un ensayo clínico de fase III con un seguimiento de entre tres y siete años. Esta investigación contó con la participación de 108 pacientes (aleatorizados 2-1 a recibir tofersen placebo respectivamente), arrojó resultados de mejora a partir de la semana 28. Con una reducción del 64% – 67% del valor de neurofilamentos a la semana 148 y una reducción de SOD1 desde la semana 12.
«El tratamiento se administró por vía intratecal, es decir, directamente en el líquido cefalorraquídeo a través de la médula espinal y su eficacia se evaluó mediante escalas funcionales», ha precisado Alberto García Redondo, investigador del Hospital 12 de Octubre. «Se observó que aproximadamente el 25% de los pacientes que iniciaron el tratamiento de forma temprana mostraron una recuperación en las escalas funcionales o de fuerza», ha añadido. Además, ha sostenido que «el inicio temprano de tofersen se asoció con un menor riesgo de fallecimiento o de necesidad de ventilación permanente» y que «los datos de seguridad recogidos en el estudio a largo plazo fueron consistentes con los observados en el estudio inicial».
En los ensayos clínicos se ha observado una eficacia en todos los criterios de valoración primarios y secundarios clave respecto a la escala ALSFRS-R. Es decir, la capacidad respiratoria y funcional, así como la fuerza muscular del paciente, la medición de neurofilamentos y la cantidad de proteína SOD1 identificada. Existen experiencias internacionales y europeas con el uso y administración de esta nueva terapia, que ya se reflejan en las últimas guías europeas sobre el tratamiento de la ELA y que lo recomiendan para los pacientes con la mutación SOD1.
Los principales efectos adversos relacionados con la terapia están ligados a la forma de administración intratecal (una punción a nivel lumbar). El 6,8% de los pacientes sufrió un efecto adverso considerado grave y la mayoría de estos pacientes decidieron continuar recibiendo la terapia a pesar del efecto adverso sufrido. Estos fueron mielitis (2,7%) radiculitis (1,4%), meningitis aséptica y papiledema (2,7%).

